Hace ya unos días el inefable Michael O’Leary anunciaba que ofrecerá vuelos desde Europa a Estados Unidos por menos de 12€. Como siempre, este precio se verá incrementado con diferentes extras, pero lo que está claro es que sigue habiendo, muy a pesar mío, mercado para este tipo de ofertas.
Digo muy a pesar mío porque soy un ferviente defensor de los profesionales que aman su trabajo y que anteponen la calidad al coste. Gente que piensa en su cliente antes que una cortoplacista cuenta de resultados (aunque sin descuidarla que tampoco son ONGs). Me gusta estar en buenas manos, desde las de un asesor fiscal a las de un maître. Y desearía no ser el único, que existiera un nicho de mercado de románticos que nos resistimos a caer en la tentación de comprar barato a cualquier coste.
Mi fe se ve a veces mermada por actitudes que veo reflejadas hasta en los reductos que yo consideraba inexpugnables y que están adoptando técnicas comerciales propias de un zoco. Me estoy refiriendo a los servicios de acceso a bases de datos jurídicas. Un servicio dedicado a la abogacía que yo, iluso de mí, pensaba que permanecía al margen de este salvaje mercadeo.
Los comerciales que contactamos respondieron rápido, fueron insistentes (sin llegar a molestar) y demostraron conocer el producto. Pero lo que me deprimió fue que en uno de los casos nos ofrecieron un descuento más importante si nuestro anterior proveedor era de tal marca. Las temidas prácticas barriobajeras de las compañías operadoras de telefonía han calado también en las políticas comerciales de estas, otrora ‘selectas’, empresas.
Por suerte siempre queda margen para la esperanza, ya que he detectado a otros románticos como yo. Algunos muy lejos, en China, dónde como refleja este otro artículo “el consumidor chino demanda producto de gran calidad y está dispuesto a pagar un extra importante por lo que esté hecho en Europa”. Así los contenedores de los barcos viajan llenos de bagatelas de oriente a occidente y vuelven repletos de artículos de calidad.
El cliente tiene todo el derecho en acceder al mercado dónde le plazca pero como sigamos apostando por servicios mínimos, productos low cost, marcas blancas y copias de baja calidad, nos iremos pareciendo cada vez más a los indios americanos a quien los colonos les compraron sus tierras a cambios de cristales brillantes y bonitos abalorios.
PD: Espero que nadie se ofenda por el juego de palabras del título del artículo